La belleza del Caribe mexicano está sepultada. Las paradisiacas playas están manchadas de sargazo, opacas por la masiva invasión de esta macroalga, que ahuyenta a los turistas y desalienta a comerciantes. El amanecer ya no es azul turquesa, se ha tornado marrón y de un olor fétido.
Alrededor de 100 toneladas de sargazo se retiran cada día en Playa del Carmen, Quintana Roo. Son más de 80 trabajadores, contratados por la empresa Ar.Co, que desde las 6:00 de la mañana libran una batalla contra esta alga, utilizan trinches y palas para borrar las huellas del enemigo que la corriente arroja en cada ola.
“Es una tarea sin fin, pero qué más podemos hacer. Llegamos desde temprano para darle una ‘manita de gato’ a la playa, quitar lo que podamos, antes de que los turistas lleguen y se espanten o decepcionen”, platica Mónica Martínez, de 45 años, quien labora en la limpieza de la costa.
Durante ocho horas, los sargaceros “barren” 15 metros lineales de costa, apilan montones en la arena, mientras otros transportan en carretillas kilos de esta alga para formar un montículo gigante que más tarde una excavadora de construcción retira de la playa.
La jornada es agotadora para los trabajadores debido a que un metro cúbico de sargazo mojado llega a pesar hasta 200 kilogramos. “A las dos semanas ya te duele la espalda, aparte no nos dan guantes, ni cubrebocas, nada. Andamos descalzos luchando contra el alga”, agrega Mónica, quien al igual que sus compañeros recibe 5 mil pesos mensuales por sus servicios.
“El sargazo nos está cambiado la vida. Hasta hace unos meses me dedicaba a la renta de equipo de snorkel y al día lograba hasta 100 clientes. Ahora es imposible, vea lo puerca que está el agua, parece chapopote”, comenta Fabián Escalona, lanchero.
La situación se agrava cuando esta alga no se retira el mismo día, comienza a emerger un hedor nauseabundo, a mierda. En algunos tramos de la playa, lo que antes era blanca arena ahora es una alfombra tapizada de sargazo, incluso hay partes que se han convertido en lodazal, un pequeño pantano en la costa que es difícil cruzar.
EL UNIVERSAL constató por tierra y aire las condiciones del lugar. En un recorrido por dron se aprecia cómo, a menos de un kilómetro, manchas gigantes de sargazo se aproximan a la orilla. Sin embargo, el pasado 24 de junio, el presidente Andrés Manuel López Obrador señaló que el problema del sargazo se magnificó para afectar al nuevo gobierno.
Pequeñas “islas” de la macroalga que la corriente arroja en cada ola se aproximan a la costa mexicana.
El problema del sargazo no es nuevo, desde 2015 se había registrado su arribo aunque en cantidades menores. Pero el calentamiento global modificó su tradicional distribución y provocó que el principal destino sea México.
Cuando se pudre en la orilla, libera gases y contaminantes que se filtran al subsuelo: lixiviados con altas cantidades de fósforo o nitrógeno que regresan al agua y ponen en peligro la flora y fauna marina. “Se han empeñado en limpiar la zona cercana al muelle, pero han descuidado otras, en la parte que da a la Calle 14 norte el olor es insoportable, el sargazo lleva más de una semana”, recuerda Fabián.
“¿Quién va a querer comer enfrente de la playa cuando huele tan feo? Entiendo que es algo de la naturaleza y que es inevitable, pero las autoridades deberían ayudarnos más, creo que podrían hacer un esfuerzo mayor. Ya se acercan las vacaciones y nosotros vivimos del turismo, a quién le vamos a vender si la gente no quiere venir”, dice Maribel Gutiérrez, dueña de un restaurante a la orilla del mar.
El turismo representa 8.7% del PIB nacional y es la principal actividad económica de Quintana Roo. Por ello, el gobierno municipal de Playa del Carmen (Solidaridad) pagó 11 millones de pesos a Ar.Co para contener la llegada del sargazo. La compañía instaló en el mar una barrera de 2.5 kilómetros, pero los esfuerzos han sido insuficientes.
Los hoteleros de la zona también se han sumado para frenar el problema, han solicitado a su personal que se adhieran, cada 15 días, a las jornadas de limpieza. Aunque el método ideal es utilizar maquinaria para remover el alga, esto dañaría la arena de la playa. Hasta ahora, el trinche y la pala son la única opción.
Por más que limpian, el color marrón y el hedor se han adherido al paisaje de Playa del Carmen. Al meterse el sol, los trabajadores dejan las herramientas y se van a casa a descansar, sabiendo que al día siguiente el sargazo estará ahí como si nunca hubieran empezado.
El Universal
Publicado por:Noticias de Última Hora
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