Las resistencias antibióticas se han convertido en un problema global de primer orden, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). La presencia de las llamadas 'superbacterias' microorganismos que se hacen resistentes a los tratamientos antibióticos que hay para combatirlos ha aumentado a nivel global y los hospitales catalanes también han detectado este incremento. Así, por ejemplo, el 11,5% de las bacterias Escherichia coli (E. coli) detectadas en los pacientes atendidos en Vall d'Hebron en 2017, presentaban resistencias. En 2007, la presencia de estas bacterias resistentes en el mismo hospital era del 7,5%.
No hay un registro de mortalidad o de pacientes infectados por las bacterias resistentes porque, entre otras cosas, los microorganismos pueden provocar una infección en el huésped o simplemente colonizarlo (el individuo es portador, pero la bacteria no le provoca daño ni síntomas que permitan sospechar de esta situación). Es un problema heterogéneo. Lo que conocemos muy bien es, de una determinada bacteria, cuál es el porcentaje de resistencia que hay en ese momento y cómo va evolucionando en el tiempo, explica el doctor Benito Almirante, jefe del servicio de Enfermedades Infecciosas de Vall dHebron. La OMS estima que unas 700.000 personas fallecen cada año por las bacterias resistentes.
Los expertos recuerdan que las resistencias son inherentes al uso de antibióticos porque las bacterias son seres vivos que se adaptan para sobrevivir. Los mecanismos de resistencia son dinámicos y aparecen nuevas formas que permiten a las bacterias defenderse mejor, explica la doctora Nieves Larrosa, responsable de la Unidad de Antibiogramas del servicio de Microbiología de Vall d'Hebron. Así, explica la experta, en la década de 1980, el problema era el SARM, el Staphylococcus aureus resistente a meticilina [un antibiótico], porque circulaban cepas que tenían más riesgo de transmitirse. En la década de los años 1990, sin embargo, se abrieron paso las enterobacterias resistentes a las cefalosporinas de tercera generación, otro grupo de antibióticos que se usaban en los hospitales para tratar infecciones. Lo último ha sido la resistencia a los carbapenémicos, que son los antibióticos más potentes que tenemos para tratar infecciones, y a la colistina, que se consideraba un fármaco de rescate para tratar infecciones por bacterias multirresistentes, agrega.
Varios factores han precipitado ahora la alarma global: el mal uso y abuso de los antibióticos, el aumento de la frecuencia de resistencias y la dificultad de tratamiento. Los pacientes que tienen esta problemática son decenas de miles y se le añade que en los últimos 20 años las farmacéuticas no son capaces o no les interesa producir nuevos compuestos, así que las alternativas terapéuticas son limitadas. En pacientes muy vulnerables les puede causar la muerte o ser una contribución directa a ello, apunta Almirante.
Los hospitales tienen ahora en el punto de mira alrededor de una decena de bacterias cuyas resistencias se mantienen al alza. El VINCAT, un programa del Departamento de Salud de vigilancia de infecciones nosocomiales, monitoriza los microorganismos más relevantes desde el punto de vista clínico: el SARM, la Clostridium difficile y las enterobacterias resistentes. El SARM está estable, en torno al 24%, porque lleva vigilado mucho tiempo y es sobre el que se han aplicado más medidas correctoras, apunta Enric Limón, coordinador del VINCAT. La Clostridium difficile, que no es resistente pero provoca diarreas graves como efecto secundario del antibiótico, es más problemática en los países del norte, dice Limón, porque tienen cepas más virulentas. Aquí se monitoriza desde 2011 y encontramos que estaba infradiagnosticada. Entre 2011 y 2017 empezaron a salir muchos casos nuevos y ahora se ha estabilizado en torno a tres casos sobre 10.000 estancias hospitalarias, apunta. En 2008, 19 hospitales detectaron 38 casos; en 2017, 54 centros localizaron 1.333.
Enterobacterias bajo lupa
El otro frente bajo lupa son las enterobacterias resistentes. No las teníamos monitorizadas. Es la mayor preocupación que tenemos, admite Limón. Según Almirante, las enterobacterias resistentes a cefalosporinas (uno de los tratamientos de primera elección) pasaron de ser irrelevantes, entre el 1% y el 2% de las enterobacterias totales detectadas en el año 2000, a alcanzar el 15% o el 20% actualmente. Crece la frecuencia de enterobacterias resistentes. La resistencia en E. coli es más estable pero ha aumentado en 15 años desde el 5% hasta el 10% que hay ahora en Cataluña, apunta Larrosa. Las cepas muy resistentes de Pseudomona aeruginosa, sobre todo en el ámbito hospitalario, también está bajo el foco de los profesionales.
Limón llama a no generar alarma pero tampoco bajar la guardia. La virulencia de estos microorganismos es muy alta y también la capacidad de transmisión, avisa. Es muy importante que los hospitales hagamos un buen uso de los antibióticos, tanto del tipo como de la indicación, y retirarlos cuando no está indicado, alerta Almirante.
Publicado por:NOTICIAS DE ÚLTIMA HORA
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