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Mayo 26, 2018 03:00 PM

Las estrategias más insólitas que usan los autócratas para robar las elecciones


Tras 15 años de guerra civil, el gobernante Frente de Liberación de Mozambique (Frelimo) decidió en 1992 poner fin al régimen comunista de partido único y convocar las primeras elecciones democráticas de la historia. Los comicios se realizaron dos años más tarde, con la oposición nucleada en la Resistencia Nacional Mozambiqueña (Renamo).

El Frelimo estaba dispuesto a abrir el juego político, pero no a entregar el poder. Había que hacer fraude, aunque no podía ser demasiado evidente. El Gobierno acudió a lo que tenía a mano: el miedo de la población a los enfrentamientos armados que aún estaban latentes.

En los días previos a la votación, hicieron correr un falso rumor en los distritos acomodados, bastiones del Renamo: un grupo de rebeldes se estaba armando para realizar un ataque en la zona. A pesar del clima enrarecido, como se había establecido que los comicios cierren a la tarde y el escrutinio se realice a la mañana siguiente, los fiscales de los diversos partidos iban a pasar la noche en los centros en los que se juntaron las urnas.

Cuando una cuadrilla de soldados disparó algunos tiros al aire y se acercó corriendo para alertar que los rebeldes inexistentes estaban atacando, todos huyeron del lugar. Sin nadie para observarlos, los militantes oficialistas tuvieron toda la libertad para asegurarse de que el Renamo obtuviera menos votos que los esperados, según cuenta el periodista ugandés Charles Onyango-Obbo, editor del Mail & Guardian. El presidente Joaquim Chissano terminó siendo ratificado en el cargo con el 53 por ciento de los sufragios.
Joaquim Alberto Chissano, presidente de Mozambique entre 1990 y 2005
El fraude electoral había perdido interés como objeto de estudio. De ser un fenómeno bastante extendido en el origen de muchas democracias alrededor del mundo, se volvió algo cada vez más marginal a medida que las instituciones se robustecieron y se estructuró la competencia entre los partidos políticos. Si bien la trampa no se erradicó completamente, en la mayoría de los países tiene una incidencia mínima en el resultado final de los comicios.

"En Estados Unidos, la forma más observada de fraude electoral es el 'voto por ausencia' o 'voto postal'. Es la más fácil de documentar, porque hay un rastro de papel", dijo a Infobae Stephen Ansolabehere, profesor de gobierno en la Universidad de Harvard.

Este mecanismo legal, que le permite a un ciudadano sufragar de forma anticipada por correo en caso de que no pueda asistir el día de la votación, puede ser tergiversado cuando una persona suplanta la identidad de otra y vota por ella. De todos modos, los académicos coinciden en que es algo marginal, sobre todo porque es baja la proporción de sufragios que se emiten de esta manera, y porque obviamente muchos de ellos son legítimos.

Desde el fin de la Guerra Fría, las elecciones se volvieron el estándar, incluso en países que ni siquiera llegan a ser una burla de democracia

No obstante, el fraude es una dimensión de la política que viene recuperando centralidad. No por esos casos, que se han mantenido estables en el último tiempo. El fenómeno es cada vez más importante para explicar lo que está pasando en naciones que, tras atravesar una fase de democratización, se están volviendo crecientemente autoritarias.

Venezuela, quizás el caso más categórico de retroceso de la democracia en las últimas décadas, es un ejemplo muy claro de esta tendencia. A pesar de que perdió el respaldo popular que había tenido en sus orígenes, y de que se sostiene esencialmente a través de la fuerza que le proveen los militares, el gobierno de Nicolás Maduro aceptó realizar elecciones el pasado domingo. Pero lo hizo con opositores proscritos, sin permitir ninguna auditoría y con todas las reglas torcidas a su favor. No sorprendió que se declarara ganador con el 68% de los votos.

Como casi nadie reconoce el resultado, ni dentro ni fuera del país, todo indica que podría haber cancelado los comicios y el efecto habría sido el mismo. Es lo que hacían las dictaduras hace 30 o 40 años, cuando la democracia no estaba tan difundida en todo el planeta. Pero el chavismo, como todos los regímenes autoritarios contemporáneos, entiende que hoy es necesario conservar la fachada democrática, porque es la única forma de gobierno aceptada.
Viktor Yanukovych, ex primer ministro y presidente de Ucrania en diferentes períodos
"Desde el fin de la Guerra Fría, las elecciones se volvieron el estándar, incluso en países que ni siquiera llegan a ser una burla de democracia. Aunque sean injustas y no libres, le dan información a los gobiernos acerca de su nivel de apoyo a lo largo de las regiones. Aún siendo una fachada, pueden promover la legitimidad del régimen, tanto al interior como internacionalmente", explicó Daniel Bochsler, profesor de ciencia política en la Universidad de Copenhague, consultado por Infobae.

Lo mismo que a Maduro le ocurre a Daniel Ortega en Nicaragua, el otro representante latinoamericano del nuevo autoritarismo, que ahora atraviesa una grave crisis política. Le pasa también a muchos gobernantes en Europa del Este, como a Vladimir Putin en Rusia y a varios de sus aliados, que desde hace décadas están al mando de ex repúblicas soviéticas.

En África sobran los ejemplos, y tampoco faltan en Asia. En todos estos casos se realizan votaciones, pero no son ni libres ni transparentes, y las trampas para asegurar los triunfos oficialistas son la regla.

Estas son algunas de las estrategias más curiosas que se utilizan en el mundo para robar elecciones o para hacer que victorias posiblemente estrechas se conviertan en aplastantes:
Nelson Mandela, presidente de Sudáfrica entre 1994 y 1999
Fuente Infobae

Publicado por:NOTICIAS DE ÚLTIMA HORA

Admin Mayo 26, 2018 03:00 PM EL MUNDO