Hace tres semanas estaba agobiadísima. Me quería volver loca con tanto trabajo, así que de la nada, solo porque #yolo (you only live once), decidí que:
1) me iría a Mazatlán (yo soy de allá)
2) me hospedaría en un hotel pet-friendly
3) me llevaría a pasear a "mi Favorito", uno de los perros que ha rescatado mi papá en los últimos meses.
Al Favorito lo conocí en diciembre y me encantó. Es mi tipo de perro: tamaño mediano, macho, color caramelo, pelo corto, cara tierna pero masculina. El veterinario lo bautizó como "Tata" porque decía que ya estaba grande, pero después de llevármelo a correr supuse que más bien estaba "en la flor de su juventud", no viejito. Y como todo el tiempo me refería a él como "mi favorito", se le quedó el nombre... La verdad es que no importa cómo o qué le diga, mientras sea con voz chiqueada, como de niña chiquita, me entiende.
El viaje tan rápido como llegó, se fue, y si bien no te puedo decir que me súper relajé, la pasé bien. Sé que sueno ridícula, pero el hecho de que no hubiera wi-fi en el hotel me volvió loca. Un día me tuve que ir a trabajar a una cafetería y cuando cerraron (yo todavía no acababa) recordé que unos tacos que cerraban a la 1 de la mañana tenían internet. Así que ahí me tienes, pidiendo comida al por mayor con tal de poder trabajar y cumplir mis compromisos a tiempo.
Publicado por:HUFFINGTON POST MÉXICO
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