Es una escena común: en una reunión familiar no falta un yeso de un sobrino que sufrió una fractura en el brazo. Salvo situaciones anecdóticas, la verdad es que la salud de los huesos no llama mucho la atención cuando se trata de niños. Para empezar, la osteoporosis, o pérdida de masa ósea, es una enfermedad que se ha asociado con personas mayores y mujeres en edad menopáusica. Sin embargo, ya es hora de entender que la salud de los huesos de los adultos depende en gran parte de los cuidados que se tienen desde la infancia, periodo de prevenir.
La semana pasada, la Asociación Colombiana de Osteoporosis y Metabolismo Mineral (Acomm) realizó un curso de salud ósea en pediatría y entre las conclusiones que presentó una cifra llamó la atención: antes de los 18 años, la mitad de los niños y el 40 por ciento de las niñas se han fracturado.
No es para sorprender, porque según una investigación de la Sociedad Internacional de Densitometría, estas lesiones son patrimonio normal de los menores, sin tener en cuenta que hay factores como genética, alimentación y hábitos que influyen en la calidad ósea.
La verdad es que la cifra parece exagerada; no obstante, el endocrinólogo pediatra Vladimir González, experto en el tema y miembro de Acomm, explica que el total de fracturas reportadas responden a golpes y caídas fortuitas y, en otros casos, a maltrato y a un componente genético que hace que los niños puedan tener fragilidad en los huesos. Ese último factor influye hasta en un 70 por ciento en el desarrollo de osteoporosis en el adulto.
La endocrinóloga Adriana Medina, expresidenta de Acomm, afirma que la salud ósea en los niños se puede ver afectada por causas genéticas que se reflejan en fracturas frecuentes, deformidades óseas o baja talla, así como los raquitismos, problemas carenciales de vitaminas y nutrientes, que es importante detectar porque muchos tienen tratamiento. Es el caso de la osteogénesis imperfecta y los raquitismos.
González agrega que siempre que se presente una fractura en los menores de 18 meses es imperativo descartar maltrato infantil. Todos los médicos deben tener presente esta situación para reportarla, sostiene.Diagnóstico
Los especialistas explican que el diagnóstico de osteoporosis o debilidad de los huesos debe sospecharse siempre que un niño presente al menos dos fracturas en menos de diez años o tres antes de los 17 años. Estas situaciones obligan a tomar una densitometría ósea, que es el examen de rigor, para el diagnóstico, dice González. También afirma que si se encuentra una fractura en columna, significa, casi siempre, que el menor tiene osteoporosis.Prevenir, la clave
Lo imperativo es evitar que se llegue a ese tipo de cuadros, para lo cual hay que tener en cuenta que existen tres pilares para prevenir la osteoporosis: nutrición, ejercicio y recepción adecuada del sol. El papel del pediatra y los padres es clave para que desde la niñez se adquieran hábitos saludables.
Se ha demostrado que existen tratamientos eficaces para prevenir fracturas. Es importante entender que tratamientos y medicamentos deben ser formulados por los médicos y más cuando de niños se trata, por lo que se debe evitar la automedicación, afirma.Alimentación
Vladimir Muñoz, pediatra, dice que la dieta equilibrada es la base para una salud plena, incluida la de los huesos. Las fuentes de calcio y vitamina D son elementos que no pueden faltar en la alimentación de los menores, porque son indispensables para el desarrollo estructural y funcional de los huesos.
Estos son: lácteos; verduras tipo espinacas (existe una buena concentración de calcio en verduras y similares); semillas; frutas como kiwi, fresas, frambuesas, ciruelas, higos, brevas, limones y papaya. Pescados como sardinas, bacalao, salmón o atún.
Todo está, afirma González, en mantener una buena administración de estos elementos a través de dieta sostenida desde muy pequeños. Las recomendaciones de alimentación frente a la salud ósea en la infancia están estipuladas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y establecidas en unas tablas del Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos: durante la infancia se requiere unos 600 miligramos de consumo de calcio al día, pero en la adolescencia se necesita el doble de aporte porque es cuando más está creciendo el ser humano.Ejercicio
Se ha demostrado que músculos tonificados y con buena estructura y volumen son vitales para garantizar huesos de buena calidad. Y eso, según Muñoz, se logra a través del ejercicio permanente. Desafortunadamente, el mundo de hoy favorece el sedentarismo, el aumento de peso, la mala alimentación y, por ende, una fragilidad ósea desde temprano, señala.
De hecho, cifras recopiladas por la Sociedad Internacional de Osteoporosis (IOF) son tan evidentes como los males que el sedentarismo genera: los niños que hacen ejercicio tienen 17 por ciento más densidad ósea que los que no se ejercitan. En el caso de las niñas, representa un 9 por ciento más de ganancia en densidad ósea.
La OMS indica que todo menor de 18 años debe realizar entre 40 y 60 minutos diarios de ejercicio, mínimo cinco veces a la semana, para evitar riesgos a nivel óseo. Esta recomendación, dice Muñoz, es igual para niños y niñas, y esto debe enmarcarse, según el especialista, en un programa preferiblemente mantenido y supervisado de manera periódica por la familia y los equipos de salud, tanto en los colegios como en el hogar.El sol es un buen aliado
Aunque últimamente hay una cruzada contra la exposición prolongada al sol, siempre y cuando se realice en forma prudente y moderada, los beneficios de la radiación solar superan de lejos los riesgos que se le achacan. Con respecto a los huesos, hay que tener en cuenta que la mayor parte de la vitamina D que se ingiere por la alimentación es inactiva. De hecho, se califica como una provitamina. Sin embargo, la luz ultravioleta proveniente del sol responde por su activación inicial, que luego adquiere su forma útil en el hígado y en el riñón.
Esta vitamina activa es la que se necesita para fijar el calcio en los huesos y hacerlos fuertes, dice el endocrinólogo González. No se trata de exponer a los niños de forma exagerada a la luz del sol. Quince minutos al día, durante tres días a la semana, con un sol que llegue a brazos y piernas, preferiblemente entre las 8 o 9 de la mañana, es suficiente, dice González.
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