Un informe que acaba de lanzar en español el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) recopila buena parte de la literatura que se ha publicado al respecto, para concluir que el deporte puede aumentar el capital humano y la productividad por su capacidad para mejorar la salud física y mental, desalentando el abuso de sustancias nocivas, y ser una fuente de inspiración para logros atléticos y académicos. Mediante su efecto positivo sobre la sociedad, la confianza y la cultura, puede fomentar la acumulación de capital, facilitar el funcionamiento de los mercados, y fortalecer las instituciones, afirma el documento.
Si se mide el promedio del número de pasos que se dan en un país, se encuentra una clara correlación con sus ingresos, según un estudio publicado en 2017 en la revistaNature. Este es un indicador de cómo las sociedades ricas pueden promover el movimiento a pie mediante calles caminables y parques, frente a las que tienen menos recursos, donde es más complicado pasear.
Otros estudios muestran cómo la actividad física que practican los individuos también está vinculado con su sueldo. El Panel Socioeconómico Alemán de 2008mostró que los deportes aumentaban los ingresos de quienes los practicaban en cerca de 1.200 euros anuales en comparación con quienes realizaban ninguna o muy poca actividad. El National Longitudinal Surveys of Youth (NLSY) de Estados Unidos (2011) aportó resultados muy similares, y concluyó que los salarios con estos hábitos saludables son entre un 6% y un 10% más altos que los de participantes sedentarios. Esta evidencia parece ser similar en los países en desarrollo. En Brasil, los sueldos de las personas físicamente activas son entre un 15% y un 31% mayores que los del resto. Quienes hacen ejercicio, por lo general, van más a la escuela y tienen menor incidencia de enfermedades crónicas y menor cantidad de citas médicas.
Pero, de nuevo, ¿ayuda el deporte a conseguir estos mejores resultados o son los ingresos los que promueven la actividad? Faltaría más evidencia para sacar conclusiones sólidas, pero los datos que existen sugieren que puede haber una mezcla de ambos factores. Los estudios apuntan varias pistas que hacen pensar que quienes practican deporte tienen más predisposición a mayor calidad de vida. Vincularse a estas actividades puede suponer dejar otras como alcohol y drogas, lo que proporciona a quienes las practican más escolaridad y mejores trabajos. El Panel Socioeconómico Alemán de 2013, por ejemplo, muestra que las personas que participan regularmente en deportes pueden pasar más fácilmente del desempleo al empleo. Su autor considera que quienes deciden aprovechar su situación de paro para dedicar tiempo a moverse pueden disfrutar de un mejor estado de ánimo a la hora de buscar trabajo y reinsertarse en el mercado laboral que las que deciden no mantenerse activas físicamente.
Parece que más allá de los claros beneficios para la salud, la actividad puede traer otros, como mejorar habilidades no cognitivas, tener objetivos en otras áreas de la vida, ayuda a mejorar el tejido social, que la gente se ayude, se lleve mejor. Si uno usa bien el deporte puede hacer que grupos que antes eran antagonistas compartan cosas, asegura Carlos Scartascini, uno de los autores del estudio del BID. También pide cautela, ya que los datos son escasos y, generalmente, autorreportados. Es decir, se basan en la actividad que la gente ha dicho hacer, algo que no es demasiado preciso.
Pero con lo que sí se sabe parece claro que fomentar la actividad física puede ayudar al desarrollo de las sociedades. Aunque no vale hacerlo de cualquier forma, porque puede ser incluso contraproducente, según Scartascini: Cuando los niños están haciendo deporte se reduce posibilidad de que delincan, también de que abusen del alcohol, o los estupefacientes. Pero sin un buen diseño, muchas de estas cosas que parecen tan buenas pueden tener efectos nocivos. Por ejemplo: cuando juntas a un montón de chicos marginales, que potencialmente podrían delinquir, si no lo haces en una actividad bien dirigida puedes estar creando las condiciones para que lleven a cabo estas conductas indeseables. Otro ejemplo sería el de crear infraestructuras en zonas problemáticas. Si no tienen el adecuado control y seguimiento pueden convertirse en lugares de disputas donde las bandas ejerzan su control en vez de lugares de esparcimiento para todos.
El informe del BID, con datos de la Organización Mundial de la Salud, muestra que América Latina y el Caribe están a la cola mundial en actividad física. Esto puede tener varias explicaciones, según el autor: Por un lado, que las ciudades no lo promueven. No hay suficientes infraestructuras públicas. Por otro, hacer deporte es relativamente caro; en términos de dinero, y sobre todo de tiempo: si te pasas tres o cuatro horas al día en autobuses para ir y volver del trabajo y tienes que cuidar la casa, difícilmente podrás dedicarte a alguna actividad física.
Los Gobiernos tampoco invierten lo suficiente. El documento señala, tras analizar los presupuestos fiscales de 17 países, que el gasto en deportes promedia aproximadamente un 0,1% del PIB, alrededor de un tercio del gasto porcentual de los países europeos, sin tomar en cuenta programas especiales para atletas de elite o financiamiento olímpico.
Los datos muestran, además, que la falta de deporte se ensaña con los colectivos más vulnerables: son más sedentarios los niños, las mujeres y los más pobres de las sociedades. Esto ahonda en un círculo vicioso para su salud y su crecimiento social. Este informe demuestra que la región necesita invertir más en deportes, no solamente para producir mejores atletas, sino para tener sociedades más felices y menos violentas. Para obtener todos los beneficios prometidos, necesitamos diseñar mejores programas, y evaluar mejor aquellos que ya están funcionando, concluye Luis Alberto Moreno, presidente del BID.