Un entierro tumultuoso y caótico fue el que tuvo un supuesto narco en la alcaldía Venustiano, Carranza, Ciudad de México.
En los últimos días, una gran cantidad de gente quebrantó la orden de permanecer en casa por la pandemia, para asistir al funeral de un presunto conocido delincuente de la zona.
En unos videos publicados en redes sociales puede verse a una multitud de personas caminar por las calles de la alcaldía con el ataúd del líder criminal, mientras un grupo musical entona canciones.
Algunos miembros del cortejo fúnebre llevan armas, y alcohol al tiempo que un convoy de patrullas resguardan la escena, rebasados por los presentes. “Una muestra de que los policías cuidan a los delincuentes y no a los mexicanos”, reprochó un usuario en redes sociales.
Trascendió que vecinos del sitio realizaron un serie de denuncias por los hechos; sin embargo ninguna de las autoridades intervino.
La Ciudad de México ocupa actualmente el primer lugar de contagios por coronavirus. Hasta el viernes 19 de junio, la capital mexicana registraba 41,007 casos positivos, y 5,314 muertes.
Según informó la jefa de gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, la ciudad mantendrá semáforo rojo, por lo que invitó a los habitantes a no bajar la guardia de sana distancia y resguardarse en su casa.
Narcos alaban la muerte
En México, la disputa entre cárteles de la droga ha causado que las inhumaciones a todo lujo —con grupos musicales, féretros de maderas preciosas y montañas de flores— sean frecuentes.
Acompañados con música, cerveza, tequila, carne asada y hasta disparos en el aire, han sido despedidos algunos de los grandes narcos en el país.
A finales de 2009, el funeral de Arturo Beltrán Leyva, cabecilla del cártel con el mismo nombre, se hizo famoso por ser uno de los más vigilados en los últimos años.
Había retenes y puntos de revisión para entrar a la funeraria Morch Inhumaciones. También se tomó registro de los autos que transitaban por las calles. Se montó un operativo para evitar un tiroteo, agresiones a los deudos o algún intento de robar el cuerpo.
Contrario al operativo, la ceremonia fue más austera de lo que se preveía. No corrió el tequila, ni la cocaína, ni los cócteles de marisco, ni cantaron los mariachis.
Tampoco el cortejo fúnebre hizo ruido. Los autos de lujo con cristales oscuros recorrieron lentamente el centro de Culiacán, Sinaloa. Tomaron la avenida Álvaro Obregón, giraron en la calle Avenidas Hermanas hasta llegar al cementerio de la capital de la entidad fronteriza, Jardines de Humaya.
Publicado por:Noticias de Última Hora
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