El estado australiano de Victoria se convirtió en la primera
jurisdicción del país oceánico en legalizar la eutanasia para enfermos
terminales, al entrar en vigor este miércoles la ley que regula la muerte
asistida.
“Este es el modelo más conservador de su tipo en el mundo y
se han implementado 68 salvaguardas individuales”, dijo en un comunicado la
ministra de Salud de Victoria, Jenny Mikakos, al recalcar que se trata de dar a
los enfermos terminales “una opción voluntaria y compasiva sobre su manera de
morir”.
La ley, que fue aprobada en noviembre de 2017, prevé que
cada caso sea revisado individualmente por una comisión que determinará si da
luz verde a este procedimiento.
Los solicitantes deberán ser adultos con capacidad de
decisión que sufran una enfermedad incurable, progresiva y avanzada, y que
potencialmente les cause la muerte en los próximos seis meses o una persona con
una capacidad neuro-degenerativa que tenga doce meses de esperanza de vida.
Asimismo, los pacientes deberán contar con el apoyo de los
médicos que los tratan y solamente una farmacia de Melbourne, la capital
estatal, proporcionará los medicamentos vinculados a la muerte asistida.
Según la ley, los pacientes recibirán en un plazo de diez
días la droga que podrán solicitar tras superar dos revisiones médicas
independientes, y deberán administrársela ellos mismos excepto en algunos casos
especiales.
La entrada en vigor de la ley fue precedida por una carta
pública emitida esta semana por los cuatro obispos de Victoria que mostraron su
oposición a la medida al asegurar que “no podemos cooperar en facilitar el
suicidio incluso cuando parece estar motivado por la empatía y la bondad”.
En cambio, fue celebrada por potenciales solicitantes como
la ex enfermera Nia Sims, que padece una rara enfermedad progresiva autoinmune
llamada Scleroderma, que en un artículo de opinión en el portal de la cadena
ABC aseguró que la existencia de esta opción la tranquiliza.
“La posibilidad de elegir una muerte amable me da una calma
que no tendría si muriese en una muerte larga y traumática por asfixia o
inanición”, dijo Sims, cuya enfermedad afecta a sus órganos, especialmente sus
pulmones, y la obligan a pasar 18 horas al día en la cama.
“Si estoy en un sufrimiento intolerable que no puedo
aliviar, evalúenme como elegible y tengan la medicina que termine mi vida
cerca. Tendré la tranquilidad de controlar y elegir cuando esté lista para
poner fin a mi sufrimiento”, subrayó.
La eutanasia ha sido un tema de intenso debate en Australia,
con casos como el del científico de 104 años, David Goodall, que el año pasado
decidió someterse a una eutanasia en Suiza pese a no padecer ninguna enfermedad
terminal.
El Parlamento del Territorio Norte aprobó en 1996 la Ley del
Derecho de Enfermos Terminales, una normativa que el Parlamento federal
australiano derogó al año siguiente.
Mientras estuvo en vigor, cuatro personas murieron por el método de “suicidio asistido” ayudadas por Philip Nitschke, un médico que dirige la organización pro eutanasia “Final Exit” (Salida Final) y que lideró la campaña que llevó a la aprobación de la norma
Publicado por:Noticias de Última Hora
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